domingo, 7 de diciembre de 2025

Una broma pesada

 Creí que se trataba de una broma pesada. Volvía de pescar, un poco más tarde de lo habitual. Por eso dejé el camino y corté por una arboleda para llegar antes. Tenía mucha libertad pero estando solo aún no podía regresar de noche. Y el sol ya estaba muy bajo.

 En la arboleda había un sendero que ascendía por el terreno, y serpenteaba entre inmensos eucaliptos. Como por la mitad de ese sendero, a un lado de este, donde empezaba un campo, había un viejo panteón. Tantas veces había pasado por allí, que el panteón ya me resultaba tan familiar como los árboles.

Pero esta vez, cuando llegué a esa parte me detuve en seco. Como iba muy atento porque la arboleda se oscurecía rápidamente, el sobresalto no fue tanto. Desde el panteón una voz decía: "¡Abran la puerta! En serio. Si no me dejan salir le voy a decir a mi madre."  Inmediatamente reconocí la voz, porque era muy particular.

No era la de un amigo, solo era un conocido de la escuela y el barrio. Ese solía juntarse con unos bagos, que a veces le hacían bromas pesadas. Solía encontrarlos en el arroyo, aunque esos no pescaban, solo iban a nadar o andaban arrojando piedras y gritando. 

Inmediatamente imaginé que lo habían encerrado allí. Bajé la cabeza y los hombros y suspiré. ¿Para qué se  juntaba con aquellos bagos? Enderecé hacia el panteón.

¡Ya te abro! Grité. La voz no dijo más nada.

La puerta estaba sin candado. Estiraba el brazo hacia la traba metálica, cuando pensé algo. Era Halloween. ¿Y si aquellos bagos querían hacerle una broma a cualquiera que pasara por el lugar? imaginé a todos allí adentro, aguantando la risa, esperando que abriera para gritar a la vez. ¿pero cómo iban a saber que alguien iba a pasar por allí? no era una zona muy transitada. Igual, por las dudas, miré por la pequeña ventana que tenía la puerta.

Primero creí que la oscuridad del interior de la cripta era infranqueable, pero mis ojos se adaptaron, y ahí noté a aquella cosa, a una calavera andante. retrocedí de un salto y enseguida salí corriendo. Atrás empezó a resonar una carcajada cavernosa. 


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