Una luna llena iluminaba el inquietante paisaje de un viejo cementerio, cuando el suelo comenzó a hincharse. Frente a una vieja lápida ya torcida por el tiempo, la tierra se fue levantando hasta que asomó algo que parecía un enorme hongo. De ese promontorio asomaron dos manos huesudas, se afirmaron en el terreno un torso se fue irguiendo lentamente.
Era alguien de otra época, que porfiado volvía al mundo que había abandonado hacía ya mucho tiempo. Miró lentamente hacia un lado, después observó el otro, y el movimiento dejó caer la tierra que había levantado en la cabeza. Bajo aquella luna pálida el paisaje era de terror, pero esto no inquietaba en absoluto al recién reanimado.
Unos movimientos torpes más y el decrépito ser estaba erguido. El primer paso fue dudoso, temblando, pero a cada paso lento fue afirmando su andar. El tétrico cementerio estaba en ruinas. Crecían pastos, malezas y arbustos por todos lados, y un viento muy fuerte sacudía todo y silbaba entre las grietas de las lápidas. Entre las viejas losas pudo leer a medias algunos nombres. Eran colegas de otra vida, pero allí no estaban todos los que conocía. Algunos, supuso, mejor adaptados que él, habían sobrevivido a la marea de cambios.
Primero anduvo unos pasos sin ningún destino, luego hizo una pausa, miró en derredor, tal vez recordando algo y buscando orientarse, y reanudó su lento andar. Pero algo lo detuvo de nuevo. No era el único ser andante allí. Algunas figuras se movían por el lugar. No los había notado porque vestían unas túnicas tan desgarradas que se agitaban con el viento, confundiéndolos con los arbustos. Los seres eran esqueléticos.
Pero enseguida notó que no eran colegas que también se habían levantado de su descanso. Aquellas cosas tenían ojos luminosos y rojizos, y brillos metálicos en la cara y en las manos. Eran robots. Las máquinas parecieron notarlo todos a la vez, intercambiaron algunas miradas, y después mostraron algo similar a una sonrisa, pero de desprecio. Enseguida lo ignoraron siguiendo con lo suyo.
¿Pero qué hacían allí? Nuestro despojo de humano los vio hurgar entre las tumbas, escarbando y sacando objetos. Presintiendo algo, se volvió, y notó que uno de los robots, inclinado sobre el hueco que él recién había dejado al escapar de su tumba, también sacaba algunas cosas.
No le importó. Que se quedaran con parte de su pasado si querían. Después de todo, solo eran máquinas. Volvió a avanzar y se alejó hacia un mundo que ahora desconocía. Fin.
¡Hola! Este cuento corto es sobre mi regreso al blog, a internet. Ya he publicado varios cuentos, pero bueno, no importa. 😁Es por supuesto algo simbólico y exagerado, porque no, no estaba muerto. Los robots de la historia representan a la IA, que se alimenta de todo lo que dejamos, también de lo nuevo ¡jaja! Pero qué vamos a hacer, solo queda adaptarse. Incluso también puede dar una mano. Nunca fue tan fácil crear imágenes. Lástima que no teníamos esto antes, cuando la gente leía blogs ¡jaja! Saludos.
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